José Agustín Goytisolo
La Horas quemadas
Reinaba el limonero sobre el fondo
del jardín y aunque nadie lo regaba
debió beber la lluvia y el rocío
pues era hermoso y fuerte. Cuando echaba
la flor de azahar colmaba de lisura
el aire. Y aún ahora en el recuerdo
sigue ofreciendo frutos amarillos
como hizo siempre que el jardín duró.
Después - en donde estuvo - un edificio
señala la ignominia. A ojos cerrados
el verde oscuro y terso de las hojas
sigue brillando sobre el tiempo ido.
I. Primeras imágenes .
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