Diezmil días más tarde y cuatrocientas millas inglesas y terrestres más allá Entre basuras y éces de palomas cojas Entre la cocaina y tu piel entre la blanca mano y mi nuca nos recorrieron al fin pequeñas recargas cargadas de lejanos relámpagos que no vimos venir Fríos y abducidos ya los dos por ti y bajo la luz tenue de la farola oxidada y tras la absurda estatua que erguida en soledad nos vigilaba y atenazaba nuestros labios nos besamos en la plaza aquella que más que un diamante en bruto como su nombre indicaba era plaza abierta en carne viva de yonquis errantes que aún supuestamente vivos por ahí deambulaban y de borrachos taciturnos que entregados al vino y al cartón nos rodeaban y ahí si ahí mismo nos besamos y fue nuestro penúktimo beso y uestra última confesión Sin promesas ni perdón
Anatomía del deseo (II)
sergiocrespo
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada